Encuentro que este es un blog muy cómodo. Sobre todo para el bloggero. Bien está colgar cuadritos de señoras a las que les crecen lechucas en los sobacos y en el círculo vicioso, pero tampoco estaría de más un breve comentario que diera pie a la polémica. Por ejemplo: este cuadro lo podría (o no) haber pintado ZP.
Saludos cordiales.
Ps Me gusta la selección de cuadros. Lo de las bicis, hágame el favor de decirle a sus hijos que no jueguen por esos sitios, que tan cerca del mar los metales pueden oxidarse.
Quizás siga su consejo, Concalma, de anotar algo que acompañe a la obra. Pero por ahora me basta con haber aprendido a hacer que flote en la internete.
Colóquese, por favor, bien las gafas porque ve lechugas donde hay césped. Por cierto ¿cree que debería depilarse?
Doña Cristalina, me pica la curiosidad, ¿son suyos los cuadros? Son preciosos. Le creo a usted capaz de esto y de mucho más. Ya se que debajo de uno de los cascos de los de las bicis se encuentra usted, pero haga caso del sabio consejo de D. Concalma y aleje a sus hijos de tan cerca del agua. Un abrazo.
Pensándolo bien, creo que algo de razón tiene el buen amigo Concalma. Hay que animar este blog con algunos comentarios, vengan a cuento o no con las imágenes. Claro que siempre podemos hacer que casi cualquier comentario inocente tenga relación con ese collage naíf y tan sugerente de un mojigato y monjil "ménage à trois" que usted, encantadora Cristalina, ha colgado de la pared principal de su blog.
Por ejemplo, algunos ménage à trois empiezan tontamente en algún blog de Internet. Luego viene la cita a ciegas y demás. Pues bien, leyendo la edición de hoy del New York Times observo que el artículo más popular es "Should Hillary Pretend to Be a Flight Attendant?", de la columnista Maureen Dowd, sobre las citas a ciegas y demás cosas del ligar por ligar, o sea, por pasar un buen rato disfrutando del sexo (título que traducido dice algo así como: ¿debe Hillary pretender que ha sido azafata de vuelo?
Observe, querida Cristalina, tras leer esa curiosa y divertida columna del NYT, esta regla de oro: si quiere tener éxito rápido con los hombres en esas citas en las que se buscan esas relaciones efímeras, es mucho mejor que se haga usted pasar por una azafata que por una abogada.
Gracias Samantha, por su visita. Me alegro de que le gusten estos cuadros y sí, excepto uno, el bueno de verdad, que es de un antepasado mío, el resto son de servidora. He descubierto que si los pongo en la red pinto con más ilusión, fíjese qué impudicia. Es algo de exhibicionismo si se le puede llamar casto aunque no tanto.
Y tenga compasión del Sr Taplines, mujer, que sólo fue una broma. Ayúdele vd con el calcetín, si al fin y al cabo zurcir a duo es la esencia del matrimonio.
Está vd. que se sale, mi apreciado D. Fernando, con el asunto de los menages a trois y las citas a ciegas. Tiene razón, no voy a negar que son un condimento que en determinadas ocasiones resulta imprescindible para la vida. Además mi última aportación a este blog, que por cierto no es un collage, es lógico que haga que algún comentario se derive por esa senda. Había otras posibles, infidelidad, cornamentas, la tentación, el tamaño importa sí/no, alfabetos extraños, etc. pero no, estaba cantado.
Es de agradecer que se haya vd tomado la molestia de enviarme el artículo del NYT como consejo para alguna probable cita a ciegas en la que, nunca se sabe, pudiera yo ser una de los protagonistas.
Si yo quisiera citarme a ciegas con alguien no le diría si soy azafata, enfermera, abogada o profesora. Tampoco me describiría físicamente. Se tendría que conformar con lo que dedujera sólo de haber leído mis escritos.
Aún así, que yo me dé paseos en bici como los de la foto de ahí abajo no significa que en en general sea una amante del riesgo. Prefiero, de haberlas, las citas a tuertas.
No si yo no le riño al pobre, pero a veces tanto hablar de Zpatero y la Sonso, creo que le está trastornando, y si un día de estos va y me pregunta que a ver si estoy convidada a la vida, pues como que me va a dar algo....
Debo reconocer, amiga Cristalina, que me han hecho mucha gracia sus pinturas. ¡Brava! Es usted una caja de sorpresas, pues además de las muchas cosas que ya me gustan de usted -- su espléndido sentido del humor, su buena y divertida prosa, su coquetería algo provinciana, su agudeza e inteligencia; su saber ser pizpireta sin dejar de ser prudente y discreta; su declarado y longevo afecto por mi humilde persona, sus encantadoras ocurrencias.... -- además, sabe montar en bicicleta, sabe pintar y adornar sus sugerentes cuadros (ya sé que no es un collage, querida amiga; y mucho menos, naíf, porque su significado, de inocente e infantil tiene poco. Me encanta y divierte ver como "ella" se protege de la atracción que siente por "el otro" cogiéndose de la mano de su legítimo), sabe, repito, adornar esas figuras con mensajes crípticos y cifrados que le confieso he tardado un buen rato en descifrar. Pero que, una vez descifrados, no sé si creerle lo que dice, pues me asusta lo que significa para mí.
Sucede acerca de la observación que me hace sobre el ménage à trois que no es que yo esté "que me salgo", o que tenga fijación libinidosa en eso, sino que me parece una forma de satisfacer deseos, ilusiones y atracciones sexuales mucho más digna y elegante para todas las figuras de su cuadro que las prosaicas y cutres historias de cuernos e infidelidades. Porque sabrá usted, querida amiga, que no todos, ni mucho menos todas, sirven para un ménage à trois ni para vivir aventuras de amor a espaldas de sus respectivas parejas oficiales, permanentes y estables, por mucha ilusión que crean que les hace "el otro" o "la otra". Cuando llega la hora de la verdad, ocurre en esos casos, que hasta la más bonita y romántica historia de amor se puede convertir en un mal rollo y echar por tierra toda ilusión y todo el deseo del que no tiene inconveniente alguno en compartir a una persona con su pareja más o menos legítima, estable y oficial, pero sin las malas conciencias y los miedos.
Doy por sentado que usted no tiene la menor intención ni el más mínimo deseo de citarse a ciegas, ni "a tuertas", con nadie, y menos conmigo; creo que es usted feliz en su matrimonio, que no necesita vivir una ilusión romántica y que, además, no se le darían bien esas frivolidades. Es decir, que tengo el convencimiento de que no sirve usted para eso que ha podido leer en el artículo del New York Times -- blind dates, speed-dating, women got more dates,‘Sex and the City’... -- que le he copiado antes. Además, esas cosas sólo ocurren en Nueva York, nunca en provincias.
Me he reído mucho leyendo eso que me ha contado usted de que "tampoco me [usted misma] describiría físicamente. Se tendría que conformar ["el otro"]con lo que dedujera sólo de haber leído mis escritos." Porque si yo fuese ese "otro" al que usted se refiere de forma tan impersonal, dé por descontado que de sus escritos hubiese deducido que si por fuera es usted tan maravillosa como por dentro, mejor no acudir a una cita a ciegas con usted, porque hay cosas que son tan peligrosas que lo mejor que yo sé hacer al respecto es salir corriendo antes de picar en el anzuelo y perder la cabeza por una mujer como usted. Me conozco, sé que soy muy débil y muy fácil de conquistar y por tanto, debo tomar las máximas precauciones en su caso, ¿no le parece?
Acerca de las azafatas... Pues que no sé bien por qué -- aparte de que yo haya estado casado con dos de Iberia y haya disfrutado y gozado del amor y la amistad de algunas cuantas más -- me ha parecido algo muy ocurrente. Pero le juro por el dios wagneriano Wotan que no me la imagino a usted de azafata. Y mucho menos de la Singapore Airlines.
Uy, D. Fernando, de haber sabido que regalaban esos trajes, no habría dudado en hacerme azafata de Singapore Airlines, aunque lo más probable es que al tercer vuelo habría desertado, con el vestido puesto, claro.
Ejem... Uniformes, querida Cristalina; se llaman uniformes y no trajes de azafata. Ni vestidos. No me sea usted paletilla, mi buena amiga. Me sorprende que no lo supiera, pues yo la hacía a usted más viajada, leída y "escribida". Claro que entre ellas, entre las de Iberia, al menos en aquellos años dorados que pasé à l'ombre des jeunes hôtesse de l'air en fleurs, bromeaban, ¡qué bonitas ellas!, diciendo que iban disfrazadas de Lagarteranas.
No sé si usted lo sabía, pero por si no estuviese informada le diré que el servicio a bordo de Singapore Airlines en general, y sus azafatas sobre todo, han sido siempre leyenda en el mundo de la aviación comercial. ¡Qué mujeres más bellas, delicadas, atractivas, serviciales -- que no serviles --, delicadas, dulces, sonrientes y simpáticas! Muchas me parecieron verdaderas muñecas de porcelana. Recuerdo la primera vez que volé en Singapore Airlines. Un Londres-Singapur directo. En un 747 Megatop. En Business Class. Impresionante. Iba con un británico, colega de negocios, que conocía bien esa aerolínea. Me dijo:
-- Tú no hagas nada más que intención de hacer algo. No las mires pidiendo ayuda, ni muco menos se te ocurra tocar el timbre. Sólo haz, por ejemplo, como que intentas reclinar el asiento y no das con el mando o botón para hacerlo, que no se te pliega la mesita de delante, que tienes frío, o sed, o lo que sea... Ya verás lo atentas que están a tus más ligeras indicaciones.
En efecto. Y como las dos azafatas que se encargaban de mi pasillo eran preciosas, pero no se imagina usted hasta qué punto, me pasé todo el viaje haciéndome el necesitado de ayuda, el incapaz de hacer nada yo sólo, ni siquiera abrocharme y desabrocharme el cinturón de seguridad.
Luego volví varias veces a volar con Singapore Airlines, de nuevo a Singapur, y a Sidney y a Londres... Siempre lo mismo. Una experiencia inolvidable.
¿Desertar usted al tercer vuelo? ¿Tanto miedo le dan los aviones? No sé, pero no le hubiese resultado fácil. Mire, le voy a contar una historieta. Una vez, en uno de esos vuelos, intenté ligarme a una que me gustaba mucho (¡qué cosas hacía yo de joven!). Hicimos algún aparte durante el largo vuelo, y me contó que era imposible que quedáramos para después del vuelo, porque a ellas las llevaban a encerrar a un apartamento que tenía alquilado en Sidney la compañía. No iban al hotel con el resto de los miembros masculinos de las tripulación -- luego, creo que las chicas protestaron y ahora duermen en los mismos hoteles que los hombres -- porque no sé si sabrá que el puritanismo sexual en Singapur es peor aún que en Bilbao.
Mire, D. Fernando. Uniforme es lo que llevan las de Iberia, las de Delta, las de Mexicana, las de Aeroflot y las de la mayoría de las compañías aéreas. Pero lo que vi ayer en el vídeo de las azafatas de Singapore Airlines, son trajes y como mucho vestidos, aunque esta última palabra es menos apropiada puesto que un vestido es de una pieza y lo que llevan estas buenas mujeres consta de dos.
Por un momento me he imaginado qué pasaría si en un vuelo se vistiera a las azafatas de lagarteranas y a toda la tripulación masculina también con lo propio, y no sé con el nuevo superjumbo, pero con los aviones normales la cosa se iba a poner bastante difícil aunque bien pensado podría resultar un interesante experimento sociológico .
Y en absoluto tengo fobia ni miedo ni cosa que lo valga a volar. Pero de eso a ganarme el pan como azafata hay un abismo, y nunca mejor dicho.
Por cierto ¿Sabía que en Aeroflot hace unos doce años servían garbanzos de menú, e iban las azafatas con la sopera humeante y el cucharón sirviendo a cada pasajero de uno en uno con un amor que se podría calificar de abuela de no haber sido por la extrema fortaleza física sobre todo de una de ellas que tenía un brazo comparable al del Laocoonte?
13 comentarios:
Encuentro que este es un blog muy cómodo. Sobre todo para el bloggero. Bien está colgar cuadritos de señoras a las que les crecen lechucas en los sobacos y en el círculo vicioso, pero tampoco estaría de más un breve comentario que diera pie a la polémica. Por ejemplo: este cuadro lo podría (o no) haber pintado ZP.
Saludos cordiales.
Ps Me gusta la selección de cuadros. Lo de las bicis, hágame el favor de decirle a sus hijos que no jueguen por esos sitios, que tan cerca del mar los metales pueden oxidarse.
Quizás siga su consejo, Concalma, de anotar algo que acompañe a la obra. Pero por ahora me basta con haber aprendido a hacer que flote en la internete.
Colóquese, por favor, bien las gafas porque ve lechugas donde hay césped. Por cierto ¿cree que debería depilarse?
Doña Cristalina, me pica la curiosidad, ¿son suyos los cuadros? Son preciosos. Le creo a usted capaz de esto y de mucho más. Ya se que debajo de uno de los cascos de los de las bicis se encuentra usted, pero haga caso del sabio consejo de D. Concalma y aleje a sus hijos de tan cerca del agua. Un abrazo.
Perdón el comentario anterior es mío, pero se me ha escapado el dedo antes de poner mi nombre....
No se moleste usted, querida Cristalina, en anotar cosa alguna para acompañar a sus obras de arte: se explican por si solas.
Ya sabe que una buena imagen , pongo por ejemplo, vale más que mil palabras.
Pensándolo bien, creo que algo de razón tiene el buen amigo Concalma. Hay que animar este blog con algunos comentarios, vengan a cuento o no con las imágenes. Claro que siempre podemos hacer que casi cualquier comentario inocente tenga relación con ese collage naíf y tan sugerente de un mojigato y monjil "ménage à trois" que usted, encantadora Cristalina, ha colgado de la pared principal de su blog.
Por ejemplo, algunos ménage à trois empiezan tontamente en algún blog de Internet. Luego viene la cita a ciegas y demás. Pues bien, leyendo la edición de hoy del New York Times observo que el artículo más popular es "Should Hillary Pretend to Be a Flight Attendant?", de la columnista Maureen Dowd, sobre las citas a ciegas y demás cosas del ligar por ligar, o sea, por pasar un buen rato disfrutando del sexo (título que traducido dice algo así como: ¿debe Hillary pretender que ha sido azafata de vuelo?
Observe, querida Cristalina, tras leer esa curiosa y divertida columna del NYT, esta regla de oro: si quiere tener éxito rápido con los hombres en esas citas en las que se buscan esas relaciones efímeras, es mucho mejor que se haga usted pasar por una azafata que por una abogada.
Gracias Samantha, por su visita. Me alegro de que le gusten estos cuadros y sí, excepto uno, el bueno de verdad, que es de un antepasado mío, el resto son de servidora. He descubierto que si los pongo en la red pinto con más ilusión, fíjese qué impudicia. Es algo de exhibicionismo si se le puede llamar casto aunque no tanto.
Y tenga compasión del Sr Taplines, mujer, que sólo fue una broma. Ayúdele vd con el calcetín, si al fin y al cabo zurcir a duo es la esencia del matrimonio.
Está vd. que se sale, mi apreciado D. Fernando, con el asunto de los menages a trois y las citas a ciegas. Tiene razón, no voy a negar que son un condimento que en determinadas ocasiones resulta imprescindible para la vida. Además mi última aportación a este blog, que por cierto no es un collage, es lógico que haga que algún comentario se derive por esa senda. Había otras posibles, infidelidad, cornamentas, la tentación, el tamaño importa sí/no, alfabetos extraños, etc. pero no, estaba cantado.
Es de agradecer que se haya vd tomado la molestia de enviarme el artículo del NYT como consejo para alguna probable cita a ciegas en la que, nunca se sabe, pudiera yo ser una de los protagonistas.
Si yo quisiera citarme a ciegas con alguien no le diría si soy azafata, enfermera, abogada o profesora. Tampoco me describiría físicamente. Se tendría que conformar con lo que dedujera sólo de haber leído mis escritos.
Aún así, que yo me dé paseos en bici como los de la foto de ahí abajo no significa que en en general sea una amante del riesgo. Prefiero, de haberlas, las citas a tuertas.
No si yo no le riño al pobre, pero a veces tanto hablar de Zpatero y la Sonso, creo que le está trastornando, y si un día de estos va y me pregunta que a ver si estoy convidada a la vida, pues como que me va a dar algo....
Debo reconocer, amiga Cristalina, que me han hecho mucha gracia sus pinturas. ¡Brava! Es usted una caja de sorpresas, pues además de las muchas cosas que ya me gustan de usted -- su espléndido sentido del humor, su buena y divertida prosa, su coquetería algo provinciana, su agudeza e inteligencia; su saber ser pizpireta sin dejar de ser prudente y discreta; su declarado y longevo afecto por mi humilde persona, sus encantadoras ocurrencias.... -- además, sabe montar en bicicleta, sabe pintar y adornar sus sugerentes cuadros (ya sé que no es un collage, querida amiga; y mucho menos, naíf, porque su significado, de inocente e infantil tiene poco. Me encanta y divierte ver como "ella" se protege de la atracción que siente por "el otro" cogiéndose de la mano de su legítimo), sabe, repito, adornar esas figuras con mensajes crípticos y cifrados que le confieso he tardado un buen rato en descifrar. Pero que, una vez descifrados, no sé si creerle lo que dice, pues me asusta lo que significa para mí.
Sucede acerca de la observación que me hace sobre el ménage à trois que no es que yo esté "que me salgo", o que tenga fijación libinidosa en eso, sino que me parece una forma de satisfacer deseos, ilusiones y atracciones sexuales mucho más digna y elegante para todas las figuras de su cuadro que las prosaicas y cutres historias de cuernos e infidelidades. Porque sabrá usted, querida amiga, que no todos, ni mucho menos todas, sirven para un ménage à trois ni para vivir aventuras de amor a espaldas de sus respectivas parejas oficiales, permanentes y estables, por mucha ilusión que crean que les hace "el otro" o "la otra". Cuando llega la hora de la verdad, ocurre en esos casos, que hasta la más bonita y romántica historia de amor se puede convertir en un mal rollo y echar por tierra toda ilusión y todo el deseo del que no tiene inconveniente alguno en compartir a una persona con su pareja más o menos legítima, estable y oficial, pero sin las malas conciencias y los miedos.
Doy por sentado que usted no tiene la menor intención ni el más mínimo deseo de citarse a ciegas, ni "a tuertas", con nadie, y menos conmigo; creo que es usted feliz en su matrimonio, que no necesita vivir una ilusión romántica y que, además, no se le darían bien esas frivolidades. Es decir, que tengo el convencimiento de que no sirve usted para eso que ha podido leer en el artículo del New York Times -- blind dates, speed-dating, women got more dates,‘Sex and the City’... -- que le he copiado antes. Además, esas cosas sólo ocurren en Nueva York, nunca en provincias.
Me he reído mucho leyendo eso que me ha contado usted de que "tampoco me [usted misma] describiría físicamente. Se tendría que conformar ["el otro"]con lo que dedujera sólo de haber leído mis escritos." Porque si yo fuese ese "otro" al que usted se refiere de forma tan impersonal, dé por descontado que de sus escritos hubiese deducido que si por fuera es usted tan maravillosa como por dentro, mejor no acudir a una cita a ciegas con usted, porque hay cosas que son tan peligrosas que lo mejor que yo sé hacer al respecto es salir corriendo antes de picar en el anzuelo y perder la cabeza por una mujer como usted. Me conozco, sé que soy muy débil y muy fácil de conquistar y por tanto, debo tomar las máximas precauciones en su caso, ¿no le parece?
Acerca de las azafatas... Pues que no sé bien por qué -- aparte de que yo haya estado casado con dos de Iberia y haya disfrutado y gozado del amor y la amistad de algunas cuantas más -- me ha parecido algo muy ocurrente. Pero le juro por el dios wagneriano Wotan que no me la imagino a usted de azafata. Y mucho menos de la Singapore Airlines.
Uy, D. Fernando, de haber sabido que regalaban esos trajes, no habría dudado en hacerme azafata de Singapore Airlines, aunque lo más probable es que al tercer vuelo habría desertado, con el vestido puesto, claro.
Ejem... Uniformes, querida Cristalina; se llaman uniformes y no trajes de azafata. Ni vestidos. No me sea usted paletilla, mi buena amiga. Me sorprende que no lo supiera, pues yo la hacía a usted más viajada, leída y "escribida". Claro que entre ellas, entre las de Iberia, al menos en aquellos años dorados que pasé à l'ombre des jeunes hôtesse de l'air en fleurs, bromeaban, ¡qué bonitas ellas!, diciendo que iban disfrazadas de Lagarteranas.
No sé si usted lo sabía, pero por si no estuviese informada le diré que el servicio a bordo de Singapore Airlines en general, y sus azafatas sobre todo, han sido siempre leyenda en el mundo de la aviación comercial. ¡Qué mujeres más bellas, delicadas, atractivas, serviciales -- que no serviles --, delicadas, dulces, sonrientes y simpáticas! Muchas me parecieron verdaderas muñecas de porcelana. Recuerdo la primera vez que volé en Singapore Airlines. Un Londres-Singapur directo. En un 747 Megatop. En Business Class. Impresionante. Iba con un británico, colega de negocios, que conocía bien esa aerolínea. Me dijo:
-- Tú no hagas nada más que intención de hacer algo. No las mires pidiendo ayuda, ni muco menos se te ocurra tocar el timbre. Sólo haz, por ejemplo, como que intentas reclinar el asiento y no das con el mando o botón para hacerlo, que no se te pliega la mesita de delante, que tienes frío, o sed, o lo que sea... Ya verás lo atentas que están a tus más ligeras indicaciones.
En efecto. Y como las dos azafatas que se encargaban de mi pasillo eran preciosas, pero no se imagina usted hasta qué punto, me pasé todo el viaje haciéndome el necesitado de ayuda, el incapaz de hacer nada yo sólo, ni siquiera abrocharme y desabrocharme el cinturón de seguridad.
Luego volví varias veces a volar con Singapore Airlines, de nuevo a Singapur, y a Sidney y a Londres... Siempre lo mismo. Una experiencia inolvidable.
¿Desertar usted al tercer vuelo? ¿Tanto miedo le dan los aviones? No sé, pero no le hubiese resultado fácil. Mire, le voy a contar una historieta. Una vez, en uno de esos vuelos, intenté ligarme a una que me gustaba mucho (¡qué cosas hacía yo de joven!). Hicimos algún aparte durante el largo vuelo, y me contó que era imposible que quedáramos para después del vuelo, porque a ellas las llevaban a encerrar a un apartamento que tenía alquilado en Sidney la compañía. No iban al hotel con el resto de los miembros masculinos de las tripulación -- luego, creo que las chicas protestaron y ahora duermen en los mismos hoteles que los hombres -- porque no sé si sabrá que el puritanismo sexual en Singapur es peor aún que en Bilbao.
Mire, D. Fernando. Uniforme es lo que llevan las de Iberia, las de Delta, las de Mexicana, las de Aeroflot y las de la mayoría de las compañías aéreas. Pero lo que vi ayer en el vídeo de las azafatas de Singapore Airlines, son trajes y como mucho vestidos, aunque esta última palabra es menos apropiada puesto que un vestido es de una pieza y lo que llevan estas buenas mujeres consta de dos.
Por un momento me he imaginado qué pasaría si en un vuelo se vistiera a las azafatas de lagarteranas y a toda la tripulación masculina también con lo propio, y no sé con el nuevo superjumbo, pero con los aviones normales la cosa se iba a poner bastante difícil aunque bien pensado podría resultar un interesante experimento sociológico .
Y en absoluto tengo fobia ni miedo ni cosa que lo valga a volar. Pero de eso a ganarme el pan como azafata hay un abismo, y nunca mejor dicho.
Por cierto ¿Sabía que en Aeroflot hace unos doce años servían garbanzos de menú, e iban las azafatas con la sopera humeante y el cucharón sirviendo a cada pasajero de uno en uno con un amor que se podría calificar de abuela de no haber sido por la extrema fortaleza física sobre todo de una de ellas que tenía un brazo comparable al del Laocoonte?
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