jueves, 13 de diciembre de 2007

He empezado esto


4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ay, ay, ay, Cristalina!, ¿me va usted a hacer trabajar? Argumenta usted casi tan bien como pinta, y es un trabajo rebatirle. Mi natural perezoso me llevaría a dejarlo pasar, a decirle “como usted diga tía Remedios” (expresión familiar), pero ya le he dicho que El sol del membrillo es mi bestia negra y ha conseguido usted espolear lo poco que en mi queda de combatiente.

Me voy a poner un pelín batallero y a fardar de viajero, como hace otra gente en este blog: en una ocasión estaba yo en Copenhague un día cualquiera de primavera, otoño, invierno o verano, cuando un compañero de trabajo de la multinacional para la que trabajaba y oriundo de esa nórdica tierra cayó en la cuenta de que por el acento con el que hablaba el inglés con que nos entendíamos yo era español. En lugar de mentarme a Cervantes, a Butragueño o a Felipe (fue hace tiempo), me mentó entusiasmado a Erice y al Sol del membrillo. Dejome estupefacto. Decía este danés que era la mejor película que había visto en su vida (poco más o menos). Traté a ese danés en los días posteriores, y si sus gafas negras de pasta, si su americana negra con cuello mao, si su camisa negra de seda también de cuello mao, si sus pronunciadas patillas (rubias, no negras (era danés)), y si toda su imagen personal me llevaba a pensar que era un tipo preocupado por la moda del momento y, por tanto, con poca personalidad (por lo menos en cuanto a la estética se refiere), cuando lo traté un poco más, me di cuenta de que me había quedado corto en mi juicio, y no es que la moda le importara, sino que vivía para ella. El sol del membrillo apareció en esa época en el ranking de los críticos de todo el mundo (no recuerdo la publicación que hizo el estudio, ni he logrado en cinco minutos en la red encontrarlo (pero me acuerdo muy bien)) como una de las diez mejores películas de todos los tiempos.

No sé, Cristalina, no creo que a usted le parezca también esa película una de las mejores de todos los tiempos, por encima de las buenas de Woody Allen: Maridos y Mujeres, Asesinato en Manhattan, Another woman, Delitos y faltas, o por encima de las buenas de Rhomer, como Cuento de Otoño, El rayo verde, o de Louis Malle, como Ou revoir les enfants, o como C´est la vie de Jean Pierre Ameris, o incluso por encima de las clásicas, que me gustan menos, de Hitchcock o de Ford, o de Etcétera, que es el mejor director sin duda.

Ya sé que todavía no he utilizado un argumento para rebatir los suyos, pero no he podido evitar el poner en contexto lo que ocurre con esta ¿película? que, como el urinario de Duchamp, pretende pasearse por el límite del arte.

Cuando a uno le seleccionan un urinario y lo descontextualizan para ponerlo en una sala de exposiciones, uno lo puede ver, hacerse más o menos una idea, y responder (o responderse), con mayor o menor convencimiento interno: esto es arte o esto es una tomadura de pelo. ¿Cuánto tiempo ha gastado uno? ¿Cinco minutos? ¿Diez, si uno quiere recrearse en el urinario? El problema (o más bien la característica (no es un problema)) del cine es que para juzgar una obra de largometraje se requiere una hora y media, so pena de ser acusado de juzgar sin conocimiento (“es que te perdiste el final, al final todo cobra sentido”) Y por tanto, afirmo que la primera premisa que debe seguir una obra que obliga a tener a su espectador durante una hora y media pendiente de ella es NO ABURRIR. Usted, Cristalina, me dice que no es el hecho de que Antonio López sea un pintor admirado por usted lo que le hace valorar la película. Era la única explicación que podía justificar, según mi criterio, que alguien que parece tan sensata como usted admirara ese aburridísimo documental en el que no se cuenta nada. ¿La imposibilidad de detener el tiempo? Me argumenta usted que ese es el tema. Filme usted un reloj durante hora y media y habrá contado lo mismo sin aburrir mucho menos. ¿De verdad que le parece interesante esa insulsa conversación sobre una foto? ¿De verdad que cuando vio la película estaba deseando saber qué iba a pasar a continuación? ¿o tal vez era el preciosismo de la imagen de un vulgar patio en sombra con un membrillo en el 90 por ciento del tiempo de la película lo que le hacía mantenerse interesada y disfrutar?


Me cuesta mucho acusarle a usted, Cristalina, de ver el nuevo traje del emperador sin que exista, ¡pero es que yo veo desnudo al emperador!

Anónimo dijo...

Fe de erratas de la anterior intervención: el "mí" del primer párrafo ha sido publicado sin tilde.

Cristalina, escribo esta intervención a continuación, pero separada de la anterior por ser de tema absolutamente distinto.

Es usted muy valiente al publicar obra a medio realizar. ¿No teme que le lleguen comentarios que la confundan? Yo, por si acaso, voy a abstenerme de opinar sobre el boceto. ¿No le queda más obra terminada? ¿o acaso, como recuerdo haber leído en alguna intervención suya, al haber pasado el tiempo deja de gustarle su propia obra? Si es así, ¿por qué no permite que opinemos sobre obra suya antigua terminada que a usted no le motive ya?; tal vez cambie usted de opinión.

Saludos

cristalina dijo...

Veamos, Aspergufio, si El Sol del Membrillo me gustó mucho cuando la vi, allá por el año 97 según mis vagos cálculos, le vuelvo a insistir en que fue porque cumplía con creces los requisitos que al menos yo exijo para considerar una película buen cine. Lo que hayan dicho los críticos a mí me trae absolutamente al pairo y más aún cuando ya he visto una película y por lo tanto, en lo que a mi opinión respecta, mi criterio prevalece sobre el de cualquiera. Es más, yo no me había enterado hasta hace un rato, que he leido lo que vd ha escrito, de lo que se dijo en su día sobre ella, ni de que había estado de moda y menos aún de que alguien había llegado a considerarla una de las diez películas imprescindibles.

Colijo entonces que, por una vez y sin que sirva de precedente, he coincidido con la crítica. Me tranquiliza pensar que fue hace mucho.

Comprenderá, Aspergufio, que el hecho de que la peli no fuera de su interés no es un argumento válido puesto que se lo rebato inmediatamente con decirle que sí lo fue del mío. Por ahí no llegamos a ninguna parte, mejor doblamos por la curva.

Afirma, amigo, que en el documental (lo ha reconocido, es un documental y eso es cine) no se cuenta nada, y ahí permítame decirle que no tiene razón, que la realización de una obra de un artista tan interesante como Antonio López desde los primeros apuntes hasta que ya no tiene solución y no encuentra por dónde avanzar, es un argumento con todos los elementos necesarios y tan válido o más que otro cualquiera. Le perdonaré, porque le aprecio mucho, su comentario del reloj. Pero que sea la última vez.

Ya ve que el emperador no va tan desnudo, que al menos lleva calzoncillos y camiseta (cosas de la vida, es muy de emperadores llevar esta horrible prenda). Si sigo le puedo demostrar a vd que va vestido, vale no será un frac, pero un elegantísimo batín de seda no me lo quita nadie.

Oiga, Asper, mejor no me abra el melón del urinario de Duchamp, porfa.

Le responderé mañana a su segunda intervención.

cristalina dijo...

Aquí estoy de nuevo, Aspergufio para explicarle que en absoluto temo que nadie pueda influir en el proceso de mi obra, y que si así ocurriera tampoco lo vería como algo a evitar. Además le diré que por esa fase que ve vd ya he pasado hace unos días, la obra va más avanzada y si así lo desea puede vd opinar.

Ya me pensaré más adelante si publicar o no obra pasada con la que, está en lo cierto, no me llevo bien. En principio no me hace ni pizca de ilusión pero quizás más adelante adquiera otro valor para mí, o por lo menos deje que quede disuelta entre un número mayor de obras actuales, de las que por cierto aún tengo existencias.

Respecto al asunto que veníamos tratando ayer se me quedó una reflexión en el tintero, o mejor dicho en las yemas de los dedos, cosa que tampoco es de extrañar dadas las horas a las que me puse a escribir, y es la siguiente ¿no cree vd que bien pudiera su opinión respecto de El Sol del Membrillo haberse visto influida por el hecho de que la crítica la aplaudió más de lo que era necesario y la encumbró hasta donde no correspondía, además de quizás haber sufrido una intoxicación de membrillos y de soles y de López debida a lo mucho que según vd estuvo de moda? las circunstancias en las que yo la vi fueron las de la absoluta virginidad (figuradamente hablando, vd ya me entiende) pues no había siquiera oído hablar de ella hasta el momento en que me la pusieron.